Diciembre 24, 2022
Opinión

El factor más potente del mercado de granos tiene que ver, lamentablemente, con el clima en Argentina

Diego de la Puente

No resulta todo los mismo. Si bien cuando hablamos del clima en Sudamérica nos referimos a los principales países productores (léase Brasil y Argentina), la región es tan vasta que las vicisitudes meteorológicas van cambiando tan rápidamente como cambia el paisaje. En esta oportunidad, no sólo somos noticias por haber salido campeones del mundo en futbol, sino también por el impacto que está generando la sequía en nuestros cultivos. Y no es todo lo mismo, ya que en Brasil la situación resulta un tanto diferente. No es que no tengan problemas productivos, solo que en una escala mucho menor. En Uruguay, la situación también es distinta. “no sobra nada”, me hacía mención un productor de la zona de Mercedes en el vecino país, a lo que agregaba: “pero los cultivos todavía aguantan y venimos de una muy buena cosecha de trigo, cebada y colza”. Totalmente contrapuesto a lo que está ocurriendo con la cosecha de trigo en Argentina.

 

Y, en este sentido, parecieran difícil de digerir las estimaciones que el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA por sus siglas en inglés), continúan sosteniendo para nuestro país en materia productiva. Lo que ellos estiman en 55 millones de toneladas como producción de maíz, podrían llegar actualmente a los 45 millones si es que el clima acompaña a partir de ahora. En el caso de la oleaginosa, con 49,5 millones de toneladas proyectadas por el USDA, otras empresas estimadoras internacionales como Oil World (OW) creen que no llegarían a los 40 millones y manejan guarismos inclusive menores. Es dentro de ese contexto, que los stocks mundiales de ambos productores terminarían siendo menores a los actualmente previstos para la temporada 2022/23. Por qué en definitiva Sudamérica es el último eslabón de oferta al final de cada ciclo. Sin ningún otro país que pueda “torcer” el rumbo de esta última variable, la única manera que las existencias finales globales no se vean reducidas, sería por una caída de la demanda.

 

Acabamos de ingresar al verano austral y el “partido” recién esta comenzando. El problema es que venimos perdiendo por goleada en materia productiva, justo antes de empezar. La pregunta perspicaz está vinculada a cómo nos vamos a manejar desde el punto de vista comercial. ¿Vendemos, frente a precios que nominalmente resultan tentadores? ¿No hacemos nada, observando el panorama más arriba descrito? 0 ¿Buscamos algo intermedio que nos genere “pisos” de precios pero que mantengan una buena “performance” ante una suba de las cotizaciones? La respuesta es simple. NO se puede recomendar “vender” con todo el mercado climático por delante. NO se puede “no hacer nada”, si entendemos que nuestro negocio es una actividad netamente productiva con resultados económicos fácticos. Kant dijo alguna vez que “La inteligencia de un individuo se mide por la cantidad de incertidumbre que es capaz de soportar” y es claramente es muy cierto. Lo que no dijo Kant es que las decisiones son las que, sin lugar a duda, pueden reducir la incertidumbre. Seamos, pues, inteligentes a la hora de decidir. ¡Feliz navidad!