Septiembre 15, 2020
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Rendimientos

Soja. Cómo y por qué achicar las brechas de rindes

El rinde promedio nacional de la soja en la última campaña fue de 3200 kg/ha. En apenas un 5% de los lotes se lograron picos de 6000, e incluso 7000 kg/ha.La brecha depende de cada zona, pero puede ir del 35% al 50%. El dato lo aporta Fernando Salvagiotti, investigador del INTA y coordinador del Proyecto de Intensificación de la Agricultura en la EEA Manfredi. "Los rendimientos más altos de la Argentina salen de la zona núcleo, donde la brecha es más chica", destaca el especialista y recuerda que todo depende de los recursos que aporta el ambiente y las tecnologías de procesos e insumos que utiliza el productor.

"Los más altos rendimientos generalmente se ven en lotes bien rotados, con manejos balanceados, y aportes de nutrientes para mantener la fertilidad del sistema", acota.

Según Salvagiotti, por sus características fisiológicas, la soja necesita disponer de recursos para explorar rendimiento. "Pero hay un límite biológico porque tiene componentes como aceites y proteínas que son muy pesados de producir y requieren de mucha energía", explica.

La pregunta que se impone es ¿cuál es, entonces, la tecnología de procesos que más impacto genera en el rinde? El especialista responde que "a nivel del sistema no hay dudas que es la rotación de cultivos. Los mayores rendimientos se obtienen en lotes con una buena rotación"

Y añade que en escala de cultivo, es la fecha de siembra lo que maximiza. "Generalmente vemos que los cultivares de ciclos más cortos sembrados después de la primera quincena de octubre son los que tienen mayor potencial de rendimiento en la región núcleo. El mismo concepto se aplica a otras zonas, lo que pasa es que en NEA y NOA lo que varía son los períodos de estrés hídrico, por lo que las fechas de siembra más tempranas resultan más riesgosas", señala.

Respecto del porcentaje de la superficie con soja que se hace hoy con monocultivo, el especialista estima que en la región central alcanza al 50 por ciento. "Es un montón, aun cuando ha crecido mucho el maíz", sostiene. "Esto trae aparejado que las decisiones de manejo para potenciar el rendimiento justamente no se puedan realizar, porque probablemente esos campos sean alquilados. Y este, el régimen de alquileres, es otro factor (socioeconómico) que impacta en el incremento de rendimientos ya que complica la inversión en tecnologías", opina.

En cuanto a la fertilidad de los suelos, Salvagiotti considera que los productores saben que los suelos están degradados, pero que el grado de fertilización depende de su escala. "El nutriente que más requiere el cultivo es el nitrógeno, pero en el caso de los fertilizantes hay que trabajar sobre el fósforo que sigue siendo deficiente, el azufre un poco menos, y es necesario empezar a mirar otros como el zinc y el boro", indica.

Para el especialista del INTA, las herramientas de análisis de suelo se usan poco. "Hay un estudio muy interesante que demuestra que en la medida en que tenemos menos limitantes naturales para producir, las brechas son más grandes. Esto es así porque, en general, en esas regiones de mayor potencial se trabaja con tecnologías promedio y no se exploran los máximos rindes", dice.

Sobre la contribución de la genética para que los cultivos expresen todas sus posibilidades, Salvagiotti, sostiene que "el rendimiento potencial está un poco lento en materia de crecimiento. En las estadísticas se puede ver un incremento por décadas de las nuevas variedades pero cierto estancamiento en los últimos años. Sí hay mucho avance en la incorporación de tecnologías a las semillas para proteger los rendimientos de factores como enfermedades o malezas".

Un aspecto que puede contribuir a una mejora de los rindes es el de las tecnologías de insumos. "En líneas generales hacen que el piso de rendimiento sea más alto y a un menor costo. Este es el principal aporte. En lo que es control de malezas, la tecnología RR ya está superada, aunque hay que seguir usándola pero en combinación con una rotación de herbicidas que permitan manejar las resistencias. En el caso de la soja resistente a insectos, hay una gran variación de acuerdo a la zona y la presencia de plagas. En la región NEA, por ejemplo, la incorporación de BT es una alternativa interesante para sostener los potenciales de rinde", evalúa.

Respecto del manejo de las densidades, Salvagiotti apunta que "debido a la capacidad de compensar que tiene la planta, es uno de los aspectos que menos impacto tiene en el rendimiento". Según su opinión, "la densidad por sí misma es un ajuste que viene después de la fecha de siembra, la elección del cultivar, el espaciamiento que usemos? Todo esto habiendo asegurado condiciones de fertilidad óptimas para el cultivo".

Fuente: 
La Nación