Septiembre 2, 2024
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Fundamental

Agroindustria: deudas de un sector central para el comercio exterior argentino

Emilce Terré, Economista Jefe del Departamento de Información y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario, analiza la importancia del sector agropecuario en el comercio exterior argentino.

Caminos de tierra, rutas en mal estado y la licitación de la hidrovía Paraná-Paraguay son algunas de las deudas pendientes que, en diálogo con Movant Connection, Emilce señala como claves para que el sector desarrolle su potencial exportador.

¿Qué relevancia tiene el sector agropecuario en la industria argentina?

El sector agropecuario es crucial para la economía argentina en muchos sentidos. Es especialmente importante por su impacto a lo largo y ancho del país, particularmente en el interior, donde muchas ciudades dependen de las actividades agroindustriales.

Por otra parte, en el comercio exterior este sector representa el 70% de las exportaciones de Argentina. Eso significa que cualquier evento que afecte al agro impacta directamente en la balanza comercial. Un claro ejemplo de esto fue el año pasado, cuando enfrentamos la peor sequía en 60 años, lo que resultó en una escasez significativa de dólares, una situación con la que aún estamos lidiando.

Aunque a quienes vivimos en las ciudades esto nos pueda parecer un problema distante, la realidad es que influye fuertemente en nuestra vida diaria, especialmente cuando observamos la cotización del dólar y otros indicadores económicos, fluctuaciones en las que a menudo hay algún factor relacionado con el agro.

¿Cómo analizás la actualidad del comercio exterior argentino?

El comercio exterior argentino está mostrando signos de recuperación este año en comparación con el año pasado. La fuerte sequía que sufrió Argentina generó una caída significativa en la producción, lo que, a su vez, impactó negativamente en las exportaciones.

Tomando como ejemplo la soja, que representa uno de cada tres dólares que ingresan al país, el año pasado se registró la menor producción desde 1999, cuando se sembraba la mitad de las hectáreas actuales. Esta caída dramática en la producción también provocó una disminución considerable en el comercio exterior.

En ese marco, el año pasado las exportaciones argentinas cayeron un 25%, lo que representó la mayor caída interanual desde 1975; es decir, en 50 años, las exportaciones no habían experimentado una baja tan pronunciada como en 2023.

A partir de esa situación, con una base comparativa baja, este año se está dando una fuerte recuperación. Esto se debe tanto a la caída de las importaciones, vinculada a la recesión que estamos atravesando, como al aumento de las exportaciones, impulsado principalmente por la recuperación de la producción agrícola.

El saldo comercial, es decir, el superávit comercial del primer semestre de este año, en términos reales, es el más alto desde 2009. Esto representa una notable recuperación de la balanza comercial argentina.

¿Cuáles considerás que son las cuentas pendientes para liberar el potencial del agro?

Uno de los principales problemas que enfrentamos son las reglas que cambian continuamente, lo que dificulta las inversiones a largo plazo. Esta falta de estabilidad es una de las grandes deudas pendientes de Argentina: necesitamos reglas más claras y estables a lo largo del tiempo.

Además de la presión impositiva, también enfrentamos la brecha cambiaria, que afecta negativamente a quienes producen para exportar. En el caso de la agroindustria, el 70% de lo que se produce se exporta, por lo que el precio que pague el mercado internacional es crucial.

Cuando combinamos la caída en los precios internacionales, las retenciones y la brecha cambiaria, el resultado es que, por ejemplo, el año pasado el productor argentino solo recibió el 35% del precio de exportación. Esto, a la vez, reduce los incentivos para un aumento significativo de la producción.

Finalmente, una de las grandes deudas pendientes de Argentina está relacionada con la logística de exportación y las obras de infraestructura necesarias para ello. Para dar un ejemplo concreto, el sistema vial en el país abarca unos 640.000 kilómetros, de los cuales 400.000 son caminos de tierra, municipales o comunales, que prácticamente no cuentan con mejoras.

De los 200.000 kilómetros de caminos provinciales, sólo un tercio está pavimentado, mientras que el resto siguen siendo caminos de tierra. Además, de los 40.000 kilómetros de rutas nacionales, solo el 8% son autovías, es decir, rutas con al menos dos carriles en cada sentido. Según estadísticas oficiales, el 40% de la red nacional está en mal estado.

En ese marco, los granos salen del campo por caminos de tierra y llegan a las terminales portuarias por ese mismo tipo de caminos. Esto, por supuesto, genera un sobrecosto en la logística, que termina impactando en el precio que reciben los distintos eslabones de la cadena.

En el sistema ferroviario, también es crucial mejorar la infraestructura para que el sistema sea más rápido y eficiente.

Por otra parte, en cuanto a las exportaciones, el nodo portuario del Gran Rosario es el segundo más importante del mundo para la exportación de granos, subproductos, harinas, aceites vegetales, etcétera, sólo superado por Nueva Orleans en Estados Unidos. A pesar de su relevancia, aún no se ha podido avanzar con la licitación de la hidrovía.

Tanto en lo que respecta a la infraestructura interna como a la que conecta nuestros puertos con el mundo, es fundamental encauzar estos aspectos para mejorar la eficiencia y, en consecuencia, aumentar las ganancias de cada eslabón de la cadena y del potencial exportador de Argentina.

¿Qué expectativas tenés respecto al posicionamiento de los productos argentinos en los mercados internacionales?

Soy muy optimista respecto al papel que puede desempeñar Argentina en el futuro. El mundo está demandando cada vez más alimentos y otros bienes basados en productos biológicos, que provengan de cadenas sustentables y resilientes.

En ese aspecto, tiene un gran potencial y una ventaja significativa sobre muchos otros países productores. La siembra directa, las buenas prácticas agrícolas y los métodos de producción en Argentina son excelentes.

Este país es una vasta llanura, una pampa donde prácticamente no existen grandes problemas de deforestación en la zona núcleo, a diferencia de muchos otros países competidores. Esto nos ofrece una base sólida para posicionarnos en el rol que el futuro demandará. Los consumidores están cada vez más conscientes de la procedencia de lo que consumen, y acá tenemos grandes fortalezas para destacarnos en ese aspecto.

Desde la Bolsa, también participamos en diversas iniciativas que buscan certificar la producción libre de deforestación para cumplir con las nuevas normativas de la Unión Europea. Sin duda, tenemos mucho a nuestro favor para ocupar un lugar destacado en este nuevo escenario global.

Hay muchos factores que nos permiten ser optimistas. Si logramos superar los desafíos mencionados anteriormente, Argentina tiene grandes capacidades para ocupar un rol destacado en el mundo. Ojalá podamos alcanzar ese potencial y asumir el lugar que nos corresponde en el escenario global.

Fuente: 
Infobae