Mayo 4, 2019
Opinión

Cuando son demasiadas las variables a observar

Diego de la Puente

La formación de los precios de los granos sin lugar a dudas conlleva un sinnúmero de variables que lo hacen extremadamente complejo. El problema es, cuando además de los fundamentos propios se suman otras variables ajenas. Demasiadas. En mis más de 20 años dedicados exclusivamente al análisis del mercado de granos, he sido testigo del impacto de muchas variables sobre los precios de estos commodities. Solo por nombrar algunas, las sequías de 1996 y 2012 en Estados Unidos. Las nuestras en 2009 y el pasado año. La crisis del 2001 en nuestra región y de las retenciones móviles en Argentina durante 2008, casi al mismo tiempo que la irrupción de la crisis de las hipotecas en Estados Unidos comenzaba a generar una debacle económica determinante en estos tiempos. Si bien algunos se registraron con cierta cercanía, nunca tantos y en un periodo de tiempo tan exiguo como ahora.

 

Podríamos comenzar a enumerarlos por orden cronológico. Desde el Brexit ocurrido en 2016 (todavía sin resolución y con una gran afectación desde lo económico), se suma la guerra comercial entre Estados Unidos y China iniciada en marzo de 2018, que a la postre será -probablemente- el peor conflicto comercial de la historia entre dos países. Pero ello no es todo. Actualmente, la gripe porcina africana resulta un factor que sabemos cómo comenzó, pero probablemente todavía desconocemos el impacto final. No por menos importante, los retrasos en las siembras estadounidenses de maíz derivados de un clima demasiado húmedo y frío, incrementan la incertidumbre generando un aumento en los gradientes de volatilidad esperada. Si bien esto último resulta una variable propia de estos mercados agrícolas, es la sumatoria de todos estos indicadores lo que torna impredecible cualquier análisis. Porque lo que hay que entender es que cada día las decisiones políticas y económicas que toman los países, como así también las climáticas que nadie controla, van pasando de un lado al otro de la balanza, inclinado el fiel a su gusto y piacere. Para colmo, los pormenores de nuestra propia situación económica, no le van en zaga. Entre la inflación, la tasa de interés y el tipo de cambio, pareciera demasiado para el hombre de campo que, además, actualmente está cosechando.

 

Dentro de este contexto hay que hacer negocios y tratar que los mismos sean exitosos. Claro está que una buena cosecha es un gran paso, aunque no lo es todo. Con una situación de precios extremadamente baja (retenciones mediante), una buena y responsable administración del “riesgo precio”, es de incalculable valor en los tiempos que corren.